sábado, 7 de julio de 2012

OASIS

Al no encontrar ningún oasis, el joven decidió continuar caminando por el desierto, al fin y al cabo aun le quedaban algunos resquicios de agua en su cantimplora. Paseó, por la noche miro las estrellas, respiro el aire puro y cada mañana siguió caminando. El camino se hacía muy largo, y la incertidumbre de no saber hacia donde se dirigía lo hacía todo algo más complicado.

Una mañana se despertó y un rayo de sol le vislumbró un punto en el horizonte. Sin pensárselo dos veces emprendió su camino hacia allá, fue un largo camino, de varios días y varias noches hasta llegar allí, y todo solo por un presentimiento!

Pero al final llegó, y su presentimiento se hizo realidad, había encontrado el oasis más grande y bello que jamás había podido imaginar, todo lo que allí había le hacía feliz. Árboles frutales, un lago de agua fresca, animales que cazar, pájaros que le despertaban cada mañana con sus armoniosos cantos. Tan feliz estaba allí que pensó que ese podría ser su lugar el mundo para estar.


Pero un día se despertó y vio que los árboles habían creado una barrera de espino, por lo que no le fue posible tomar los frutos para el desayuno, los frutos seguían estando allí pero él no podía alcanzar a tomarlos. Intentó ir a darse un baño al lago, pero con la helada nocturna, una capa de hielo lo recubría. El agua seguía estando ahí pero él no podía disfrutarla. Los animales habían emigrado. Ya no podía disfrutar más de aquel oasis que él ya sentía como su hogar, pero aún se resistía a abandonarlo porque en lo más profundo de su corazón él sentía que pertenecía allí...