Conoces esa sensación cuando tienes la persiana bajada de tu habitación, pero ves que quedan unos agujeritos ovalados por lo que entra algo de luz, llenando la estancia de luz y color. Los miras, en tu pared, en tu cama en tu estantería en el suelo, cegando tu mirada y cubriendo tu desnuda piel.
Yo ahora mismo los estoy viendo, como se mueven, como llenan de calor los poros de mi piel. Como cambian de color y se hacen más grandes y pequeños.
Tengo miedo, otras veces me cegaron demasiado y tuve que apretar mas fuerte la persiana, otras veces la abrí demasiado para que entrara más luz, y después el cielo se nubló. Me da miedo perderlos, y soy propenso a hacer este tipo de cosas. Pero no, esta vez no.
No tengo persianas.
martes, 12 de junio de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario